Tesoros de la Biblia | Jehová tenía derecho a esperar más de su pueblo
DISCURSO – “Jehová tenía derecho a esperar más de su pueblo”
Queridos hermanos y hermanas, hoy vamos a reflexionar juntos sobre una ilustración muy especial que aparece en Isaías capítulo 5. Es la ilustración de un hombre que cuida con gran dedicación una viña. Pero no es un agricultor cualquiera. La ilustración representa a Jehová mismo, y la viña representa a su pueblo.
Esta comparación nos enseña mucho sobre el cariño con el que Jehová trata a su pueblo y también sobre las expectativas razonables que tiene para quienes reciben su amor y su guía.
Jehová plantó su “viña” con sumo cuidado
Isaías describe a Jehová como el dueño de una viña que eligió una “ladera fértil” para plantar una vid de la mejor calidad. No era una planta cualquiera, sino una “vid roja selecta”, algo excelente.
Los que conocen el trabajo agrícola saben que plantar una viña requiere varios pasos:
- preparar la tierra,
- quitar piedras,
- construir terrazas,
- levantar murallas de protección,
- y hasta preparar un lagar esperando una buena cosecha.
Isaías menciona que el dueño “cavó, limpió las piedras, hizo una torre, y puso un lagar”. Cada uno de estos detalles muestra algo: el cariño y la dedicación con la que Jehová cuidó de su pueblo Israel.
Igual que un viticultor que hace todo lo necesario para que su viña prospere, Jehová se aseguró de que su nación tuviera todo para dar fruto excelente.
¿Qué cuidado amoroso les dio Jehová a su pueblo?
Si pensamos en la historia de Israel, vemos la misma dedicación amorosa:
- Jehová les dio una tierra fértil donde vivir.
- Les entregó leyes y normas que los protegían del daño espiritual y moral.
- Les dio profetas, sacerdotes y jueces que podían enseñar, corregir y dirigirlos.
- Cuando eran atacados, Jehová les enviaba libertadores, hombres valientes que los defendían.
Todo esto muestra que Jehová no los dejó solos nunca. Les dio guía, protección y ayuda espiritual. Como dice el propio Jehová: “¿Qué más había por hacer por mi viña que yo no haya hecho?”.
Pero la viña dio fruto inesperado
Y aquí viene una parte clave de la ilustración. Después de todo ese esfuerzo, ¿qué esperaba naturalmente el dueño de la viña? Fruto bueno. Uvas grandes, dulces y útiles.
Pero Isaías dice que la viña produjo “uvas silvestres”, también llamadas “bayas podridas”. Estas uvas son pequeñas, amargas y casi todo son semillas; no sirven para vino, no sirven para comer, no sirven para nada.
En la ilustración, esas “uvas silvestres” representan el mal fruto espiritual que estaba dando la nación:
- injusticia,
- violencia,
- desobediencia,
- idolatría,
- falta de fe.
Nada de esto era culpa del dueño. Jehová había hecho todo lo necesario para que su pueblo fuera productivo. Pero la gente decidió no corresponder a su amor.
¿Qué hizo Jehová ante la falta de fruto?
En la ilustración, Jehová anuncia que quitará los muros que protegían la viña y la dejará expuesta. Ya no la podará ni la limpiará. La lluvia no caerá sobre ella y las malas hierbas la consumirán.
¿Era esto un acto de crueldad? No. Era la consecuencia natural de la elección de su pueblo. Si ya no querían su guía, Jehová permitiría que enfrentaran las consecuencias de apartarse de él.
Aun así, esta disciplina tenía un propósito: que los israelitas se dieran cuenta de lo que habían perdido y regresaran a Jehová. Esto es algo que vemos repetidamente en la Biblia: la disciplina de Jehová siempre tiene un propósito amoroso.
¿Qué aprendemos hoy de esta ilustración?
Esta parte es muy valiosa para nosotros.
1. Jehová sigue siendo un Cultivador amoroso.
Él conoce nuestro corazón, nos cuida, nos guía y nos da todo lo necesario para crecer espiritualmente. Hoy lo hace mediante su Palabra, la congregación, las reuniones y la guía del espíritu santo.
2. Jehová tiene expectativas razonables.
Si él nos da cariño, instrucción, una familia espiritual y oportunidades… es normal que espere de nosotros fruto bueno, como:
- acciones justas
- amor sincero
- obediencia
- paz
- humildad
- devoción verdadera
No nos pide nada imposible. Solo espera que correspondamos a su amor.
3. Podemos preguntarnos: ¿Qué fruto estoy dando?
No es una pregunta para sentir culpa, sino para reflexionar con cariño:
- ¿Estoy aprovechando el cuidado espiritual que Jehová me da?
- ¿Estoy permitiendo que los malos hábitos o las distracciones se conviertan en “uvas silvestres”?
- ¿Estoy dejando que Jehová me cultive, me pode y me ayude a crecer?
Conclusión
La ilustración de la viña nos recuerda algo muy tierno: Jehová cree en nosotros. Invierte tiempo, amor y guía para que demos fruto excelente. Y cuando lo hacemos, eso lo llena de alegría.
Que todos nosotros podamos seguir esforzándonos por producir “buen fruto”, fruto que refleje la hermosa personalidad de nuestro Padre celestial.